20 Nov ANTICONCEPTIVOS Y RECETA: UN COMENTARIO
Juan Carlos García de V.
Médico. Doctor en teología. Profesor de bioética. Asesor esp. de AEFC.
Año 2012
La dispensación de anticonceptivos es un problema complejo. Tiene varios puntos de vista: médico, sanitario, moral, deontológico (la buena práctica profesional de una propietaria o de una dependienta de farmacia). A continuación se van a decir unas ideas breves y genéricas, y partiendo de la base de que el efecto abortivo de esas sustancias es escaso o nulo (de no ser así, lógicamente no podrían despacharse).
Muy en síntesis un farmacéutico católico no dispensa píldoras anticonceptivas porque está convencido de que cuando las usan los esposos con una finalidad antiprocreadora, son un daño para las personas y su vida conyugal. No así cuando se usan con finalidad terapéutica (para metrorragias, hirsutismo, endometriosis…, en fin problemas ginecológicos). Por eso la primera cautela es la de pedir receta: el médico es la persona competente para decir qué necesita tomar la señora (le hace la historia clínica, etc.; eso no es competencia del farmacéutico). De ese modo el farmacéutico puede estar tranquilo sabiendo que quien es competente ha certificado que hay una indicación médica. Si luego hay engaño u otro tipo de intereses, ese es ya un problema distinto.
También el farmacéutico puede estar tranquilo cuando se presenta receta, porque las contraindicaciones y efectos secundarios de esos productos son valorados por una persona competente. Es una irresponsabilidad profesional despachar lo que la gente pida cuando esos productos no está exentos de riesgos para la salud. ¿Acaso no se pide receta para despachar Orfidal o Tranxilium o tantos otros productos?
Como profesional de la salud, el farmacéutico también tiene serios reparos en despachar anticonceptivos según demanda (sin receta) por otro problema más (además del ya mencionado de las contraindicaciones y efectos secundarios, etc., que el farmacéutico no puede valorar porque trabaja en una farmacia, no en un consultorio médico). Es el problema de la grave preocupación que suscita ver cómo van en aumento los embarazos no deseados que acaban en aborto (cada vez se reparten más preservativos y anticonceptivos, pero no disminuyen los embarazos!!). La preocupación de ver cómo van en aumento las ETS debido a la multiplicación de «contactos sexuales» en quienes sólo se cuidan de no quedarse/dejar a alguien embarazada. Y la preocupación al ver el aumento de embarazos en adolescentes, con los problemas de orden psíquico y emocional que generan.
Si se tratase de una dependienta de farmacia (y no propietaria, en cuyo caso no valdría lo que se dirá a continuación), a veces su situación puede ser el de mera «despachadora». Si se diera el caso de que prácticamente no tiene opción de despachar/no despachar, porque está en serio peligro la continuidad laboral, la dependienta podría despacharlos sin receta. Esta persona no estaría propiamente «cooperando» al mal (no es libre de elegir qué puede o no puede hacer), sino más bien otra víctima de la violencia del propietario de la farmacia, o de la estructura sanitaria en la que trabajase. Pero claro, una situación así hace que uno se cuestione seriamente seguir trabajando ahí y buscar otro sitio donde no sufra esa violencia profesional.