Asociación Española de Farmacéuticos Católicos | Prevención y protección de la salud: algunas consideraciones sobre el preservativo (entrega 2)
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Prevención y protección de la salud: algunas consideraciones sobre el preservativo (entrega 2)

Prevención y protección de la salud: algunas consideraciones sobre el preservativo (entrega 2)

Por Pablo Pascual Villoria.  24 abril 2024

Al hilo de recientes declaraciones de la ministra de sanidad de subvencionar el preservativo entre la población adolescente y joven, dada su trascendencia en salud pública, conviene hacer algunas consideraciones.

Va para cuatro décadas la recomendación de la CDC (Centro para el control y prevención de enfermedades) para la prevención de la infección por VIH básicamente extrapolable a otras ITS, incluso a la prevención de abortos provocados. Decíamos en la anterior entrega, que dos de las tres medidas recomendadas, aplazamiento de relaciones sexuales y relaciones monógamas evitando la promiscuidad, no suelen comparecer en las estrategias institucionales de prevención pese a ser las educativas y efectivas, reservando el protagonismo al condón pese a sus limitaciones (60%-80% de efectividad según distintos estudios).

Aplazar el debut sexual en la adolescencia es la primera recomendación del CDC para la prevención de ITS. Por cada año que se aplaza se incrementa un 50% la conducta responsable (Yotebieng).

La propuesta educativa Teen Star (Klaus, Vigil) refiere estos datos siempre mejorables:

El 3% que recibió el programa inició relaciones frente al 12% que no lo recibió (9% en varones frente al 18%). El 20% interrumpió relaciones (discontinuó) comparado con el 9% que no lo recibió. El embarazo fue del 1% comparado con el 5% que no lo recibió.

¿Imaginamos el efecto multiplicador de este tipo de programas cuando se trasmite un ideal atractivo, claro y coherente con apoyo de la comunidad escolar?  

Cuando no se apoya la conveniencia de evitar el debut sexual en la adolescencia y el sexo promiscuo, sexo de consumo o sexo casual, y se reserva la eficacia preventiva al uso del preservativo, las campañas de prevención no funcionan y las ITS, los abortos no deseados y las heridas afectivas se descontrolan más y más.

Esto es así porque las dos primeras medidas están centradas en la persona, son educativas pero la tercera está centrada en un producto extraño a la persona y a la relación.  Además, se da el denominado “fenómeno de compensación de riesgo” bien conocido en salud pública: tras la introducción de una medida “tecnológica” se reduce la percepción del problema entre la población que baja la guardia abandonando comportamientos preventivos básicos, adoptando comportamientos arriesgados que superan la prevención deseada.

En la anterior entrega nos referimos al programa Póntelo-pónselo del curso 1990/91.  Recordamos con gratitud la respuesta social. Destacamos la del desaparecido Diario YA que editó unas fichas Sexualidad y Aprendizaje de gran utilidad (B Tierno y A Escaja) o la del catedrático A Gª Calvo en dos entregas memorables en El País:

Ya años atrás, desde la invención del sida, se empezó a resucitar el viejo preservativo, que aparte de guarrada higiénica es un atraso que sólo en la ciencia ficción funciona… Qué lugar le va a quedar a ella para el embeleso con esa fijación del manejo sanitario… Cuáles habrá tan degenerados que por obediencia extrema le cojan gusto…

Extrañas aberraciones han conocido la historia pero esa del gusto por el condón tendría que ser la última.

Orientar al uso del preservativo en adolescencia es una forma de maltrato a la infancia que puede ocasionar mucho daño. Creo ajustado al tema este texto de Marta Nussbaum:

Para cumplir las órdenes de un adivino, de un iluminado, Agamenón sacrifica a su hija Hifigenia. Una creencia fría, supersticiosa, acaba con la vida de una muchacha inocente. 

Si las enfermedades de declaración universal (EDO), Chlamydia, Gonococia, Sífilis, VIH acarrean infertilidad y esterilidad, dolor, muerte, daño orgánico y afectivo, hay otra cuestión del fondo no menos insidiosa.  La cultura anticonceptiva en la medida que es disociativa contradice el concepto mismo de salud sexual que integra.  Disocia la vida afectiva y fértil con el preservativo, sigue disociando la anticoncepción hormonal y disocia aún más la fecundación in vitro y los vientres de alquiler.

Una profunda distorsión que supo plasmar en la década de 1980 Juan Rof Carballo:

Estudiamos la manera de prevenir el agotamiento de recursos, la violencia, pero nadie presta atención a las transformaciones que producen en el subconsciente de todo el mundo, promoviendo su indiferenciación, su falta de estructura, de personalidad; un enajenamiento interior que nace del desconocimiento de la propia intimidad nos hace ser como Antígona, ese ser extraño y desasosegante.             

Así entendemos que desde lo de la manzana de Eva el desencuentro afectivo varón-mujer nunca ha sido tan acusado. Ausencias que van de El palco de Renoir a la prosa de Golding:

Caminan juntos incapaces de comunicarse, universos distintos en experiencia y sentimientos.

La anticoncepción es determinante para que la relación sexual tenga lugar de forma masiva fuera del abrazo conyugal con el correspondiente cambio de actitudes y conducta sexuales, aumento de divorcios, menor influencia de la moral, mayor influjo de los media y una sociedad hipersexualizada, exasperada desde 2008 con los móviles 4G hablándose desde entonces de “emergencia educativa”: los adultos se sienten incapaces de trasmitir a los jóvenes. Todo lo cual conduce a graves carencias formativas.

Félix López, psicólogo de la sexualidad hace un crudo diagnóstico de la realidad:

Mientras la sociedad de consumo manipula e instrumentaliza la sexualidad, los agentes educativos y sanitarios guardan silencio.

Con la pérdida del “pensamiento grande” que reclamaba Nietzsche se ha ido banalizando hasta lo indecible la intimidad y la vida en sus fuentes mismas.

La cultura anticonceptiva no quiere saber, no sale de su anti, no sabe o no quiere dialogar con el reconocimiento/regulación adecuadas de la fertilidad y la intimidad afectiva, ofreciendo un modo de autoconocimiento y de conducta saludable que además humaniza las relaciones interpersonales varón-mujer.

No corren buenos tiempos para el desarrollo de competencias que capacitan para reconocer y regular la propia naturaleza afectiva y fértil. La cultura anticonceptiva no parece dispuesta a dialogar con la afectividad y menos con la fertilidad. De esta forma la responsabilidad no se comparte y es la mujer y la sociedad entera quienes bajo capa de liberación sufren las consecuencias.

La salud pública desde su conocimiento interdisciplinar accede a la compresión de los problemas en profundidad y globalidad. Lanza su reto machadiano a la cultura anticonceptiva, individualista y deseante: ¿Tu verdad? No, la verdad, y ven conmigo a buscarla.

El hombre de nuestro tiempo mira a su alrededor y puede llegar a exclamar ¡cómo hemos podido llegar a este punto! Nada nuevo si tenemos presente a Chesterton hace un siglo:

La locura de mañana no está en Moscú sino en Manhattan. El próximo ataque será la moralidad sexual, un amante libre de lunas de miel sin una sola boda.

Y más recientemente a Ernesto Sábato:

La cultura da forma a la mirada que nuestros niños tienen del mundo. La educación procrea el mal porque lo enseña como bien.

Como refiere la novela I am Charlotte Simmons, una de cada cinco jóvenes universitarias ha pasado por el inframundo sexual del intento o consumación del abuso. Una de cada cuatro denuncia “agresión sexual por incapacidad” demasiado ebria o drogada para consentir. La profesora de universidad Ana de Miguel lo corrobora en prensa:

Ven cuerpos, aprenden que están mal hechas, que no dan la talla, que tienen que afeitarse el vello púbico como en las pelis y llegar a la mentira e hipocresía de fingir orgasmos. Mis alumnas me dicen que las avasallan expuestas a la idea que el sexo es maravilloso, que tiene que pasar lo del porno, pero se quedan con la sensación de humillación…No se atreven a decir que eso no las ha relajado, que las distancia.

La comunidad educativa debe ser exigente con la información que se lleva al aula:

  1. Completa, significativa. Explica la realidad y es útil para la vida.
  2. Coherente, sin contradicciones.
  3. Clara, definida, sin ambigüedades.
  4. Consciente, libre, sin coacción.
  5. Razonablemente difícil. Exige atención y esfuerzo.
  6. Bien hecha, con soporte innovador.
  7. Satisfactoria sin convencionalismos.
  8. Fiable, basada en la evidencia. Identifica las fuentes, es equilibrada.
  9. Personalizada. Adaptada a la etapa evolutiva y a cada sexo.
  10. Adecuada, interdisciplinar, sin explicitaciones turbadoras ni absurdos pedagógicos, retomando en espiral.
  11. Orientada al encuentro, la mutua ayuda y el bien común.

Además, no deben confundir: sensible con débil, humilde con sumiso, alegre con superficial, modesto con ingenuo (J Ratzinguer).

Las universidades (no digamos las universidades católicas) deben constituir Observatorios de Salud sexual y desarrollar objetivos como los propuestos por la Estrategia Nacional de Salud Sexual y Reproductiva de 2011:

  1. Prevenir patologías, disfunciones y violencia sexual.
  2. Promover autonomía-autocuidado y protección de poblaciones vulnerables.
  3. Establecer vínculos entre sexualidad y salud reproductiva.
  4. Garantizar el uso racional de fármacos y productos sanitarios.
  5. Identificar los determinantes de salud.
  6. Establecer una base holística, desde los consensos, los derechos humanos y la bioética.
  7. Fomentar la corresponsabilidad.

Es más que deseable el desarrollo de un voluntariado universitario (en literatura inglesa peer education), interdisciplinar, que reconozca su colaboración con los correspondientes créditos de prácticas de salud pública-salud sexual, además de conducir los TFG a este terreno: desde la sociología al derecho, desde la fisiología reproductiva hasta la neurología, desde la antropología a la psicología de la conducta, desde las ciencias religiosas al derecho canónico.

En el ámbito universitario crecen los proyectos de Aprendizaje-Servicio de gran ayuda a la preparación integral de estudiantes y profesionales en base a una ética del bien común y una ciudadanía activa y crítica. La educación para la salud afectiva y sexual aúna las características que hacen apasionante e idóneo para ese fin.

No hay tiempo que perder. La cultura anticonceptiva es esencialmente disociativa y por tanto anti educativa. La coherencia pasa por integrar las fuentes del ser humano afectivo y fértil en sintonía con su rica y delicada homeostasis.

Los 12-16 años de Educación Secundaria Obligatoria son cuatro años oportunidad, de ayuda a la sexualización sobre una base consensuada (J V Orón Samper):

  1. Los padres por su especial vínculo no deben renunciar (un 20% de adolescentes los prefieren para su educación sexual).
  2. Debemos prepararlos para un mundo hipersexualizado, sexting, onlyfans…
  3. Se trata de educar la intimidad para el encuentro, adaptado a ritmos personales.
  4. Procuramos experiencias que construyen historias sexuadas acordes a la etapa evolutiva.
  5. El ambiente ideal es de mutua ayuda en el descubrimiento del otro, en la amistad más que en la soledad del autoerotismo.
  6. Masculinidad/feminidad ajeno a toda lucha de clases.

Con exigencia, confianza y paciencia el educador acompaña al adolescente en un proceso: Simpatía-Amistad-Confianza-Convencimiento-Entrega.  Descubre la propia intimidad y avanza en experiencias de amor.

“Flor bellísima y coraje de recogerla al borde de un precipicio” (Stendhal).

Simplificar la realidad sexual en base a preservativos equivale a no entenderla.